Cuatro claves que explican la importancia de su rol y cómo impacta en la economía y la sociedad.
Hace un año, el 8 de julio de 2021, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires votó la reforma del Código de Edificación por la cual se incorporó por primera vez en la historia la figura del «Desarrollador Urbano» como sujeto del proceso. La Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos (CEDU) tuvo una participación muy importante y activa desde la Subcomisión Mesa Enlace CABA en este logro que llevó casi un año de trabajo. En este marco, la CEDU estableció el 8 de julio como el Día del Desarrollador Urbano con el objetivo de seguir visibilizando esta figura como actor fundamental del desarrollo urbano.
“Esto es parte del proceso de jerarquización y profesionalización continua del rol del desarrollador urbano que impulsamos desde la CEDU, buscando la excelencia, la transparencia y la ética en los emprendimientos que llevamos adelante”, destacó Damián Tabakman, presidente de la cámara.
“Antes, el código sólo mencionaba a los arquitectos, proyectistas, gerentes y directores de obra. Pero a la hora de hablar del desarrollador, solamente se hacía referencia al propietario, comitente o dueño de la tierra. Y si bien éramos parte del sector, quedábamos ocultos como empresas constructoras, arquitectos, inversionistas o gente que hace negocios. Y en conclusión, no se entendía cuál era realmente nuestro trabajo”, expresó Andrés Brody, Director de BrodyFriedman y líder de la Subcomisión Mesa Enlace CABA de la CEDU.
“El desarrollador urbano es un agente económico que a través de su actividad de gestión y coordinación de otros agentes crea nuevos mercados inmobiliarios. Estos desarrollos, generan un impacto significativo en las economías locales, que incluyen inversión, empleo, y recursos tributarios para el gobierno nacional, provincial y municipal”, detalló Mali Vázquez, directora institucional de CEDU.
¿Qué hace el desarrollador urbano? Cuatro claves que explican su rol
- Convierte una idea en un hecho concreto
Un desarrollador urbano es el responsable de llevar adelante el proceso de creación de hábitat de una zona en todo su ciclo de valor, desde la generación de la idea atendiendo a las necesidades y la demanda, la planificación integral, la ubicación estratégica del proyecto, el financiamiento, la coordinación de todos los actores (consumidores, productores y Estados), la puesta en marcha de la construcción y la generación constante de valor en la zona de influencia.
El desarrollador urbano convierte una idea en un hecho concreto: la concibe, diseña, fondea y construye. Su tarea principal es articular y coordinar a los múltiples actores que participan durante todo el proceso. Por todo esto, el desarrollador urbano es quien asume las respectivas obligaciones y responsabilidades frente a inversores, proveedores de obra, bienes y/o servicios profesionales, usuarios y autoridades.
“Es importante la definición porque al nombrar al desarrollador urbano, su tarea gana entidad como actor clave del sector: se reconoce su labor y se fijan responsabilidades. Además, el cliente o posible comprador de una vivienda sabrá desde el cartel, quién es la persona que realiza el trabajo sumando mayor transparencia a la operación. En un contexto como el argentino, en el que la construcción se financia con las preventas, es importante que el cliente sepa a quién le entrega su dinero, que cada uno sepa a qué desarrollador urbano le está comprando”, destacó Brody.
2. Sus desarrollos tienen un efecto multiplicador en la economía y son motor de crecimiento
Los grandes desarrollos urbanos mejoran la calidad de vida de las personas y generan al mismo tiempo un impacto positivo en el desarrollo económico del país. Desarrollar una zona, un barrio o una ciudad brinda mejoras significativas relacionadas al movimiento y circulación de las personas y su consecuente seguridad.
Estos desarrollos generan un efecto multiplicador continuo en las economías locales, que incluyen inversión, empleo, apertura de comercios, mejoras en la infraestructura general de los servicios, ingresos y recursos tributarios para los gobiernos. Esto mejora significativamente la calidad de vida de toda una población. Un área urbana, por lo tanto, genera un impacto muy significativo en la sociedad.
3. Articula el sector público, el privado y toda la comunidad
El espacio urbano debe ser ideado en forma integral y sistémica, articulando la actividad entre todos los actores de una sociedad: el sector público, el sector privado y la comunidad en su conjunto. Esto genera una sinergia en donde todos los sectores aportan su mirada de forma transparente y se trabaja colaborativamente escuchando y contemplando las necesidades de todos.
“Es fundamental para el desarrollo una alianza público-privada, un acuerdo de objetivos compartidos entre el sector público y una empresa o un grupo de empresas para suministrar, complementar o suplir servicios o bienes que el Estado usualmente presta o provee”, destacó Vázquez.
Esta actividad no está libre de riesgos, para que un nuevo desarrollo sea exitoso se tienen que dar muchos factores, los desarrollos requieren de aprobaciones del Estado o de nueva infraestructura pública, existe un riesgo de que estos factores ajenos de la inversión privada no se realicen, y el proyecto puede quedar trunco. Necesitamos entender cuál es la función social que un desarrollador cumple, y cómo desde las regulaciones del estado se puede potenciar a la misma, es un esfuerzo intensivo, público-privado”, agregó Vázquez.
4 . Genera un hábitat inclusivo, sustentable, accesible y ético
Idear un espacio urbano significa planificar un hábitat inclusivo, sustentable, accesible y ético, que facilite a las personas el acceso a la vivienda y a necesidades básicas de salud, cultura, alimentación, trabajo, educación, recreación y deporte.
El desarrollo urbano implica reimaginar el hábitat para propiciar el desarrollo humano. El propósito es crear lugares que sean vivibles hoy y sostenibles mañana siendo capaces de responder positivamente al paso del tiempo.