Hasta hace unos años el foco estaba puesto en la rentabilidad, mientras que ahora se debe considerar el triple impacto de los proyectos inmobiliarios. Columna de Damián Tabakman para La Nación.
El 8 de julio se celebra el día del desarrollador urbano con el objetivo de visibilizar su figura como actor fundamental en el desarrollo de las ciudades y el impacto económico de su actividad. En este marco, es oportuno reflexionar cómo ha evolucionado nuestro rol y cuáles son los temas que se vienen en la agenda.
En el pasado, en nuestra actividad el foco estaba puesto en la rentabilidad, mientras que ahora debe considerar el triple impacto de los proyectos, que incluye el respeto por lo ambiental y lo social, y los criterios ESG (Environmental, Social and Governance). Eso implica que ya no son aceptables los desarrollos que consideren a la vivienda solo como un bien de cambio, ni los que generen impacto negativo en el medio ambiente o en el patrimonio arquitectónico.
Sin embargo, está claro que en Latinoamérica es más fácil enunciarlo que hacerlo. En los países desarrollados es más simple porque los inversores hoy en día lo exigen, los usuarios y los bancos también, y los gobiernos lo imponen.
En Latinoamérica se construye mucho. Más que nunca. En Argentina, según el último censo, el volumen de viviendas privadas edificadas por año en la última década fue récord histórico, con cero crédito hipotecario. Un 70% más que en los 90, cuando había hipotecas.
En este sentido, nuestro desafío como industria es abordar ese universo infinito de demanda para que quien siga construyendo, lo haga más intensamente y sobre todo, mejor.
Para lograrlo, debemos producir un cambio copernicano en nuestra propia mentalidad. Antes se decía: “Yo desarrollo”. Hoy debemos sostener que “nuestros desarrollos, desarrollan”. Desarrollan ciudades y también sociedades. Debemos entonces migrar de nuestro nombre histórico: del Desarrollo Inmobiliario al Desarrollo Urbano.
La agenda por venir en el Desarrollo Urbano en Latinoamérica es la de los negocios inclusivos con propósito e impacto socio-ambiental positivo.
La Argentina es tierra de unicornios y como el país va a cambiar en el buen sentido, hay que anticipar al cambio de ciclo y aprovecharlo. Es hora de invertir en nuevos negocios inclusivos en Argentina y en la región. Es lo que se viene: negocios inmobiliarios inclusivos y sustentables.
Fuente: Damián Tabakman para La Nación