La situación actual del sector inmobiliario muestra desde hace largos meses su lado más complejo. La gente no consigue con facilidad opciones para adquirir un inmueble acorde con las exigencias de cada familia, con una economía que sube de tono y una inflación que no se detiene. Además, los alquileres alcanzan cifras muy altas y le complican a la gente que busca un espacio donde instalarse mientras no se han tomado las medidas indispensables para ese sector. Aun así y pese a estas dificultades, con otra mirada acerca de lo que ocurre en la ciudad, resulta llamativa la gran cantidad de obras avanzadas, otras en marcha y algunas que comienzan en diferentes zonas porteñas. Acerca de este tema, Damián Tabakman, presidente de la CEDU y Andrés Brody, director de BrodyFriedman, aportan su opinión acerca de un rubro clave para el sector.
Damián Tabakman, presidente de la CEDU, analiza desde otra perspectiva lo que ocurre actualmente. “Lo que sucede es que se generó con fuerte interés de parte de muchos desarrolladores la necesidad de iniciar nuevas obras. El mercado está históricamente barato para construir, medido en dólares, y resulta conveniente poner en marcha obras, que como se sabe llevan bastante tiempo. Algunos de los developers incluso comienzan la tarea dado que cuentan con fuerte espalda y sin necesitar la venta”. Y agrega que “obviamente para los empresarios es indispensable contar con capital propio y con un volumen de inversión que les permita poner en marcha las obras. Y justamente como las construcciones exigen tiempo, estarán probablemente listas para otra etapa de la vida del país y se podrán vender con mayor facilidad”.
Considera, sin embargo, que “es cierto que el estilo de venta juega con otras alternativas. En algunos casos puede ocurrir que los pesos atrapados en el sistema se canalicen en obras como resguardo de capital. A la vez es necesario aclarar que una parte de los desarrolladores entran en estos negocios adquiriendo los terrenos con m2, lo cual facilita el inicio de los emprendimientos porque no se requiere tanto capital al principio. De todos modos, se observa que estos primeros meses son complicados y seguirá así a lo largo de todo el año. Es cierto que se vuelve cuesta arriba que alguien invierta debido a la incertidumbre propia del proceso electoral. Pero, aun así, creemos que estamos atravesando el final de un ciclo y el comienzo de uno nuevo. En nuestro sector, donde los procesos constructivos son largos, quien quiera aprovechar este contexto de precios notablemente bajos, es el momento. Y aunque no tenemos la certeza de si será el año próximo o el siguiente, los activos argentinos, incluyendo los inmobiliarios deberían valer más en dólares. Esa visión es la que lleva a muchos desarrolladores a fabricar m2 ahora con la expectativa de ponerlos en el mercado cuando el cambio de ciclo sea mejor y se empiezan a cosechar los frutos. Creo que lo más probable es que así sea”.
Por su parte, Andrés Brody, director de BrodyFriedman, opina con relación a lo que sucede en estos días: “el crecimiento que se vive surge porque en Argentina el ladrillo siempre fue un refugio de valor para quienes tienen una elevada capacidad de ahorro. Hoy no hay otra propuesta de inversión que tenga tan bajo riesgo como la construcción. Por eso se valora tanto y es a la vez un mecanismo válido, que además permite prever una jubilación futura a quienes deciden invertir en Real Estate en el país. Los desarrolladores existimos en la Argentina como consecuencia del fenómeno económico/financiero desde hace muchos años, en el cual ningún producto de inversión logra satisfacer el equilibrio justo entre la necesidad de seguridad y de preservación del ahorro. Somos el producto de esa situación constante del ahorrista argentino de monetizar su dinero a través de propiedades y más que nunca en momentos de alta inflación, inestabilidad económica y política como los que vivimos actualmente. A esto, cada desarrolladora le suma su toque de personalidad. El nuestro es el arte contemporáneo y el buen diseño aplicado al lujo y el bienestar de nuestros clientes”.
Y añade: “Aún se puede construir en el país ya que todo lo que se utiliza en la obra puede ser sustituido por materiales de fabricación nacional. A veces el ideal de todo desarrollador es utilizar materiales importados, pero no hay nada que un edificio tenga y no se pueda conseguir aquí. Y si bien las obras tienen una duración de proyecto prolongada, hay que observar como un refugio de valor más allá del tiempo. El ideal es buscar una rentabilidad entre el precio de compra y el de venta, aunque hace un par de años que esta situación se volvió poco previsible. Se está utilizando a la construcción como una forma de ahorro en el cual el cliente tiene un elemento tangible para atesorar su dinero y generar una futura renta sobre el activo adquirido. Ese es el objetivo real y concreto de este negocio, por lo cual el tiempo es indispensable para construir un edificio y el que a la vez nos permite pagar una propiedad en cuotas. En un contexto en el cual no hay financiación ni créditos hipotecarios, la forma que tienen los desarrolladores de fondear un proyecto es a través de la preventa. Y el comprador de la preventa paga el saldo mes a mes a lo largo de la obra, por ende, el plazo de finalización, siempre y cuando sea prudente, no lo vemos como un obstáculo”.

Acerca de cómo enfrentan las desarrolladoras las condiciones económicas cambiantes dentro del periodo que implica la construcción de un edificio, considera que “gracias a que en el país se construye en pesos, nosotros utilizamos en este caso un sistema indexatorio que propone la Cámara Argentina de la Construcción (CAC). Este índice se publica todos los meses y se aplica al saldo de la deuda. En este sentido, la forma en la que se vende es la misma en la que se contrata. Cualquier rubro de la obra se contrata en pesos y el ajuste se hace en forma mensual por CAC. De esta forma queda despejada la forma de cobrar con la de gastar”.
En el final define: “Hoy nosotros tenemos dos escenarios completamente diferentes. Uno es el del usuario final, al que le ofrecemos un producto de lujo para vivir. Es un público reducido que tiene capacidad de adquirirlo y nos elige con bastante frecuencia porque sabemos atender sus necesidades y superar sus expectativas de diseño, confort, ubicación y terminaciones. Y por otro lado tenemos el perfil ahorrista. Es ese inversor que apuesta al alquiler tradicional o temporario. A él le ofrecemos nuestras unidades más pequeñas en las cuales también nos volvimos fuertes porque desarrollamos un producto ideal en términos de seguridad y renta para colocar el ahorro de nuestra cartera de clientes”.
Fuente: Adriana Anzillotti para Argenprop