Pasó la incertidumbre inicial por la pandemia y nos dejó muchas enseñanzas. Hemos aprendido a ser más vulnerables y solidarios con el otro, y también más atentos ante la aparición de imprevistos que pueden cambiarlo todo -cuestiones que también deberían contemplarse en los planes de negocios y en los presupuestos-.
Ahora es momento de poner el foco en el futuro de nuestra industria. En los últimos meses volvimos a transitar la senda de crecimiento del país. Esperamos que esa tendencia se mantenga por el bien de nuestro sector y de todos, porque el desarrollo urbano es uno de los principales factores de impulso de un país.
Gracias a los grandes desarrollos urbanos de centros comerciales, edificios, centros turísticos y de recreación, espacios públicos e infraestructura urbana, se puede mejorar la calidad de vida de las personas e impactar en el desarrollo económico del país. El motor de crecimiento se pone en funcionamiento gracias al efecto multiplicador del Desarrollo Urbano, y esto mejora significativamente la calidad de vida de toda la población.
Para ayudar a la industria es importante que el gobierno tome medidas positivas. Afortunadamente ya están en la agenda nacional temas sensibles como la ley de alquileres, el blanqueo y el crédito hipotecario. Esperamos tener buenas noticias en estas cuestiones en los primeros meses del año entrante.
Un proyecto que se viene trabajando hace un tiempo es convertir a la ciudad de Buenos Aires en una “ciudad de 15 minutos”, lo que implicaría llegar donde uno necesite en muy poco tiempo. Es una filosofía que se contrapone a las zonificaciones urbanísticas clásicas, aisladas entre sí y comunicadas tan solo por grandes infraestructuras de transporte público y privado. Pero eso ya está cambiando en materia regulatoria en Buenos Aires, aunque se debe seguir profundizando en tal sentido.
Sumado a esto, deben darse condiciones que tienen que ver con la capacidad de afrontar las enormes inversiones que el proceso requiere, tanto desde el sector público como privado. Por ahora, es claro que esas condiciones no están dadas, aunque confiamos en que ello vaya a suceder en un futuro no muy lejano.
Por otra parte, hay una tendencia global que viene tomando fuerza hace unos años que es la toma de conciencia de la sustentabilidad y el cuidado medioambiental, de la cual nuestro sector no escapa. De hecho, hoy en día se enmarca en la filosofía de lo que se conoce como el triple impacto, que consiste en la necesidad de que el desarrollador inmobiliario procure equilibrar la búsqueda de la rentabilidad, con el cuidado y el respeto del medio socio-ambiental en el cual los proyectos se insertan.
La implementación de esos conceptos en el diseño de los desarrollos urbanos fue uno de los objetivos por los que surgió la Subcomisión de Mejores Prácticas Empresariales de la CEDU, que está trabajando fuertemente en diversos proyectos relacionados con estos temas. La industria en general tiene esto como su Norte, por lo que es imprescindible incorporar en la nueva agenda del desarrollador inmobiliario.
Por todo lo expresado, creo que el 2022 está repleto de expectativas, en el buen sentido. Desde la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos seguiremos colaborando, como hasta ahora, para mejorar la calidad de vida de las personas y crear comunidades más fuertes y sostenibles.
Damián Tabakman para Real Estate Data.